Memoria transparente

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Un día abrí la puerta de la habitación y me encontré conmigo sentada en el computador escribiendo. Ese sonido de las teclas me hace sentir importante, sobre todo cuando escribo pensando, un poco pausado y con un parpadeo entre cada tecla. Hay veces en que me encuentro escribiendo tan rápido, que siento que tengo mucha plata, y cada tecla presionada deja caer una moneda de diez pesos al suelo, obviamente en cámara lenta, sobre todo cuando la moneda gira hasta quedar quieta en el suelo. Cuando escribo rápido me quedo por mucho tiempo observándome, hasta que me doy vuelta lentamente con cara de perra y me digo alguna pesadez, de esas que se me ocurren cuando voy caminando por la calle y veo a alguna persona hacer algo desagradable.
Me caigo mejor cuando escribo lento, estoy tan despegada de la realidad que nunca me doy cuenta que me estoy observando, entonces miro a mi alrededor, a veces tarareo alguna canción, o me imagino lindas situaciones románticas.
Cuando me doy cuenta que estoy justo atrás de mí, me paro, me miro y sonrío suavemente, como si de repente mi casa se volviera transparente.

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