Te estoy esperando

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No te diste cuenta. Saliste y corriste hasta aquí. Me buscabas desesperada. Te sentaste y comenzaste a hablar de tal manera que por suerte entendí la mitad de tus palabras, pero llorabas mucho, así que supuse que estabas triste por algo. Logre sentirme conectada a tu tristeza, pero empezaste a reír con tanta fuerza, que el mundo comenzó a volverse primaveral y compasivo, y lo notaste, por eso desapareciste.
No paso mucho tiempo para que volvieras llorando otra vez: aquí estoy, sin entender nada. Sería más fácil si no tuvieras que buscarme.