Enferma presión, fue la que sintió cuando comenzó a encontrarse con el futuro reproduciéndose sobre sus parpados cerrados. La cinta parecía eterna en la oscuridad que reinaba esa noche. Intentó frenar los pensamientos, no quería conocer el porvenir, ni mucho menos esos sentimientos que sentiría.
Apretó sus ojos con tanta intensidad que, del izquierdo, callo una lágrima que reflejaba la pena, el miedo y angustia de lo que no podía entender con claridad.
Se comenzó a ver parada frente a mucha gente, leyendo un texto antiguo, de esos que guarda con mucho cariño, ese que recuerda mediante un abrazo, y que a diferencia del temor que sentía, evidenciaba serenidad.
Se vio envuelta en ese futuro que podía ser hoy, o mañana. Y qué pasaba si era hoy, en qué cambiaba si era mañana. Y aunque existía la posibilidad de que fuera en unas semanas, meses, años; su lagrima izquierda decía que era hoy, en ese momento, ¡ya!
Fue entonces cuando abrió los ojos, mientras respiraba profundo para encontrarse con un poco de calma. Se paró rápidamente, y se dirigió hacia el teléfono cercano. Entonces llamo a la realidad y entendió que debía postergar ese futuro estremecedor y prepararse para recibirlo con la entereza que se logra hallar, en algún rincón escondido entre la realización del hacer un sueño realidad.
* Sintonícese con el escrito
(Imagen por Pancha Cavada)
2 comentarios:
no sé pq pero al leerlo sentí por un segundo que viví ese momento.
me gusta Cavada-Rios lo que está haciendo.
:)
si en algún momento nos dijeron que los finales felices no existían, yo creo que los días felices si :)
saludos fran :B
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